Cuando te fuiste comencé a escribirte una carta, tenía muchas cosas que decirte, muchas, tantas que no podía escribirlas todas, me enseñaste muchas cosas, me quisiste mucho y yo te quise mucho. No pude terminar la carta, fue muy doloroso... Tu partida dejó una herida en nuestros corazones y abrió viejas heridas, recordé la partida de mi abuelo materno, fue duro, pedí explicaciones a la vida, pero nadie, nadie pudo dármelas, comprendo muchas cosas y se que eso es algo que debe suceder, que todos tenemos que morir, tu tenias 9 décadas terminadas y una comenzada, quería que tuvieras las 10, pero no pudo ser… Lo que más me duele es que ya no te podré volver a ver, que no podré aprender más de tus vivencias, de tus relatos y que no pude decirte adiós, aunque tú sabes que yo odio las despedidas “papá Quino”. Hoy estoy más tranquila, sigo pensando en ti, pero tu partida me ha dejado más claro que hay que vivir el momento, que el futuro podemos intuirlo pero no saberlo con certeza, hoy tan sol...
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