¿Bendito? amor.
¿Por qué te amo? No hallo una explicación. Pero deja que te diga que me duele tú indiferencia, mas cansada estoy ya de llorar y ni una lágrima ha de rodar por estas mejillas, no por ti. Tú sabes cuanto te amo, me haces sufrir, merezco una explicación, aunque quizá no quiera escucharla o me duela tanto y más. ¡Explícame por qué te amo!, yo no lo puedo explicar. Se que no lo sabes tú, no lo sabe el viento ni lo sabe nadie; pero duele porque estás clavado dentro, como una espada de oro, cómo un bello gladiolo. Creí haberte arrancado; pero me había equivocado, era profunda la raíz y el amor rebrota de la más pequeña binza. Ahora deja que te diga que no te amo, que mi odio es infinito, deja crecer el artificio; pero sola me engaño, sabes bien que es mentira… ¡¿Por qué te amo?! Me pregunto y me vuelvo a preguntar. Pasan los días, los meses y los años… Y mi inconciente te busca, mientras conciente te olvido; pero vuelves, regresas, como un brote nuevo en un bulbo. Y yo, amándote y preguntándome ¿Por qué te amo?
Ojos celestes.
A veces quisiera decirte cosas que ya te he dicho, mí ángel de celestes ojos. Anoche soñaba despierta mientras admiraba tu cuerpo que yacía dormido al lado mío. Besarte quiero de noche, acariciarte como si fueras de seda, amarte como solo aman los dioses. A veces quiero vestirte de mi piel entre caricias jamás sentidas y penetrar en tu pecho como nunca antes lo he hecho, transformando mi aliento en el oxigeno de tu respiración. Cierro los ojos, tu piel de luna desnuda besa mi piel oscura y tu cuerpo fuerte abraza al mío. Somos de pronto cómo brasas. Tus labios se vuelven lumbre y pronto tu reja viril se ve envuelta en el abrigo húmedo de entre mis muslos. La miel de tus labios se derrama en mi boca y mis manos se transforman en ramas que trepan por tu espalda. Yo no se lo que soy, solo se lo que siento. Eres mi luna, eres mi sol, eres mi aliento, ojos azules…
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