Me has dado muchas lecciones, una importante entre ellas hoy enumero. La persona con la que más tiempo pasaré, y en la que debo y puedo confiar ciegamente no se halla frente a mí, se halla en mi interior, porque esa persona soy yo misma. Gracias nuevamente por tus lecciones madre vida.
No hay nada más difícil que despertar un día sin estar dormida, estando con los ojos abiertos frente al espejo, ver una cara conocida pero que nunca habías visto así, de ese modo; es difícil despertar así mientras unas lagrimas caen por tus mejillas y una sonrisa leve se dibuja en tu boca.
Ves la imagen en el espejo, le dices a esa persona lo maravillosa que es y se da cuenta de que nunca antes se lo ha dicho.
En ese momento, en ese exacto momento te das cuenta de que has aprendido a quererte, sonríes a esa cara conocida, la tocas, abrazas su cuerpo y lo acaricias sabiendo quien es, siendo conocedora de sus defectos y virtudes; aún así le quieres.
Te das cuenta en ese momento que has despertado por fin, sientes un poco de miedo pero a la vez estás feliz. Conoces la gran verdad, esa verdad que también te entristece: Estás sola en el mundo, completamente sola sin unos brazos amigos que te reconforten tan solo esos que te abrazan y que son los tuyos propios, desearías que alguien te dijera “adelante”, pero te das cuenta que tienes allí a esa voz amiga, es tu misma voz, te asusta aquello parece un delirio, como una especie de locura, tu sonrisa se borra, tus lagrimas paran, pero te das cuenta de que acabas de nacer nuevamente y vuelves a sonreír y tus ojos vuelven a llorar, tu alegría y tu tristeza se entremezclan son como una especie de espiral que gira en tu interior.
Abres los ojos y lo comprendes todo, es como un estirón emocional, un crecimiento, te das cuenta que la compañía física no lo es todo, aprendiste del frío de la soledad, de esa soledad acompañada de cuando estás con alguien y tus torrentes de pasión y amor se desbordan y aquella locura te hace dar y sientes que no quieren recibir, lloras, pero amas, ahora sabes que amas, que admiras, ahora sabes que siempre has sabido amar y que si, que te han amado, pero el torrente de tu amor es tan fuerte y rápido, tan desbordante que quiere entregarlo todo y sientes que no puedes…
Miras el espejo, frente a ti están unos ojos marrones y eternamente tristes aunque se halle feliz su alma, ellos están tristes, taciturnos, dueños de la melancolía, y ellos te quieren, por fin te quieren, y tu los amas, por fin sabes que los amas, miras un pelo negro que nace en la frente donde estuvo alguna vez un pico de viuda y te gusta, ves las marcas que se propagan por el paisaje que se llama cara y ya no te molestan, cada parte del paisaje gigantesco y diminuto que se llama cuerpo y desnudez, es tan conocido y tan amado, ahora tu le amas y te ama… Miras a ese ser del espejo, es idénticamente tuyo, idénticamente tú, le entiendes, le quieres, le miras y el te mira, te quiere y también te entiende… Le abrazas nuevamente, el te abraza a ti. Te das cuenta de que si estás contigo misma la soledad es más que una historia irreal, realidad es tu propia compañía y a veces es algo amargo y a veces dulce, pero la saboreas igual…
Lloras, ríes, como ser que siente infinitamente y en su sentir parece hallarse en la misma locura. Te has encontrado por fin, no lo puedes creer, ves el rostro, con extrañeza lo ves, lo acaricias. “siempre te he conocido y hasta hoy no supe que te amaba” esas palabras le querrías decir, pero el ya lo sabe, porque eres tu misma; decides que de amar a los otros también les dirás que les amas.Y amas, y amas…
Vienen mil ideas a tu cabeza y entiendes que no quieres una soledad llena de tristeza y amarguras para ti, tienes claros tus deseos de siempre, siguen allí y hoy más vivos quieren salir, ser libres, deseas cumplirlos. Hallarás soluciones porque ya las estás buscando.
No hay nada más difícil que despertar un día sin estar dormida, estando con los ojos abiertos frente al espejo, ver una cara conocida pero que nunca habías visto así, de ese modo; es difícil despertar así mientras unas lagrimas caen por tus mejillas y una sonrisa leve se dibuja en tu boca.
Ves la imagen en el espejo, le dices a esa persona lo maravillosa que es y se da cuenta de que nunca antes se lo ha dicho.
En ese momento, en ese exacto momento te das cuenta de que has aprendido a quererte, sonríes a esa cara conocida, la tocas, abrazas su cuerpo y lo acaricias sabiendo quien es, siendo conocedora de sus defectos y virtudes; aún así le quieres.
Te das cuenta en ese momento que has despertado por fin, sientes un poco de miedo pero a la vez estás feliz. Conoces la gran verdad, esa verdad que también te entristece: Estás sola en el mundo, completamente sola sin unos brazos amigos que te reconforten tan solo esos que te abrazan y que son los tuyos propios, desearías que alguien te dijera “adelante”, pero te das cuenta que tienes allí a esa voz amiga, es tu misma voz, te asusta aquello parece un delirio, como una especie de locura, tu sonrisa se borra, tus lagrimas paran, pero te das cuenta de que acabas de nacer nuevamente y vuelves a sonreír y tus ojos vuelven a llorar, tu alegría y tu tristeza se entremezclan son como una especie de espiral que gira en tu interior.
Abres los ojos y lo comprendes todo, es como un estirón emocional, un crecimiento, te das cuenta que la compañía física no lo es todo, aprendiste del frío de la soledad, de esa soledad acompañada de cuando estás con alguien y tus torrentes de pasión y amor se desbordan y aquella locura te hace dar y sientes que no quieren recibir, lloras, pero amas, ahora sabes que amas, que admiras, ahora sabes que siempre has sabido amar y que si, que te han amado, pero el torrente de tu amor es tan fuerte y rápido, tan desbordante que quiere entregarlo todo y sientes que no puedes…
Miras el espejo, frente a ti están unos ojos marrones y eternamente tristes aunque se halle feliz su alma, ellos están tristes, taciturnos, dueños de la melancolía, y ellos te quieren, por fin te quieren, y tu los amas, por fin sabes que los amas, miras un pelo negro que nace en la frente donde estuvo alguna vez un pico de viuda y te gusta, ves las marcas que se propagan por el paisaje que se llama cara y ya no te molestan, cada parte del paisaje gigantesco y diminuto que se llama cuerpo y desnudez, es tan conocido y tan amado, ahora tu le amas y te ama… Miras a ese ser del espejo, es idénticamente tuyo, idénticamente tú, le entiendes, le quieres, le miras y el te mira, te quiere y también te entiende… Le abrazas nuevamente, el te abraza a ti. Te das cuenta de que si estás contigo misma la soledad es más que una historia irreal, realidad es tu propia compañía y a veces es algo amargo y a veces dulce, pero la saboreas igual…
Lloras, ríes, como ser que siente infinitamente y en su sentir parece hallarse en la misma locura. Te has encontrado por fin, no lo puedes creer, ves el rostro, con extrañeza lo ves, lo acaricias. “siempre te he conocido y hasta hoy no supe que te amaba” esas palabras le querrías decir, pero el ya lo sabe, porque eres tu misma; decides que de amar a los otros también les dirás que les amas.Y amas, y amas…
Vienen mil ideas a tu cabeza y entiendes que no quieres una soledad llena de tristeza y amarguras para ti, tienes claros tus deseos de siempre, siguen allí y hoy más vivos quieren salir, ser libres, deseas cumplirlos. Hallarás soluciones porque ya las estás buscando.
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