Si amar es pecado, lo confieso, he pecado. Si amar es delito, soy delincuente y si es una locura, soy una loca de atar…
Los verdugos, cualquiera, los castigos, cualesquiera, mas las palabras vuelan; ya ni lo más mínimo me importa, testimonio son solo las letras, los recuerdos y aquello que perdura, los besos escritos sobre la piel, la humedad compartida, las caricias que dejan huellas; lo demás se lo lleva el viento y ya no es, es otra cosa, palabras, solo palabras escuetas, sonidos, solo sonidos turbios.
Y si amar fuera pecado, delito y locura, he pecado, soy delincuente y loca, mas nadie me quita lo que amo, nadie me quita nada, pues mío es ese amor que mana de mi ser y de los poros de mi piel. Y así sea yo quien sea, eso es mío y de quien el quiere ser, estoy aquí pues, sin nada, desnuda, amando como un planeta en explosión, un volcán que eructa, ya no me importa nada, ni lo más mínimo me importa, ni los verdugos… ¿los hay?
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