A veces recorre mi cuerpo como si quisiera explorar cada parte de mi ser. Puedo decir que hoy en día, mi enemigo es el dolor.
Cuando me duelen las manos o las piernas con intensidad, con aquel dolor conocido por mi desde mi infancia si tomo una pastilla el dolor se va atenuando y me siento tranquila, lo mismo me pasa con ciertos dolores de cabeza.
Pero el dolor de la parte derecha de mi cuerpo que nace en la punta de mi dedo y se transporta hasta mi cabeza es un dolor extraño, diferente y no se va con nada. A veces no tomo pastillas pues aun con el pasar de los días y tomándolas el dolor sigue allí, latente.
Cuando pasa, la mayoría de mis días, me siento confundida, mi cabeza parece inestable, supongo que es por el vértigo, que alguna vez llame mareos y de alguna manera siento estar luchando para no caerme. Mi ojo derecho en esos días está muy molesto y a menudo siento extraña la parte derecha de mi cara, algunas veces duele con tan solo rozar. He temido, debo confesar; a veces siento nauseas y unas ganas de tumbarme y no levantarme hasta estar bien, pero tengo que seguir.
El dolor, no se como describirlo, es una especie de hormigueo doloroso que va caminando por la parte derecha de mi cuerpo y otras veces por todo el cuerpo, a veces me quema y a veces me da picor, cuanto más intenso es el dolor menos sensibilidad siento en esa parte de mi cuerpo, pero soy afortunada por que aun sintiendo lo que siento tengo sensibilidad. A veces dibujo aún con el dolor intenso que siento, en la mejor parte de mi cuerpo pues es la que uso para casi todo, a veces escribo y me da la sensación de que debo tirar el lápiz o el pincel por el dolor que parece aumentar cada vez más, pero sigo, quizá por que soy así, por que la vida me ha hecho así y me ha enseñado a luchar y a pesar de tantas y tantas cosas sigo aquí, luchando.
Algún día me agacho a recoger algo y parece que al levantarme me caeré, me cuesta respirar y mi nuca parece quebrarse. No puedo negar que todas estas sensaciones desagradables han hecho que sintiera un dolor psicológico, sin embargo esto que siento en mi cuerpo, el dolor que a veces se aloja en mi pecho, en mi nuca o en mi espalda y va caminando como una especie de legión por las partes de mi cuerpo es tan solo físico y ni la codeina ni el paracetamol ni muchos fármacos combinados parecen poder con el.
Un día me pregunte que me pasaba, me temía lo peor, lloré, pero con el pasar de los días, de los meses e incluso de años sigo igual, no se si el dolor ha aumentado, no se si los sintomas han cambiado o si he empeorado por que aunque analizo un poco lo que me pasa no logro entenderlo y tampoco logro diferenciar ciertas cosas. Lo que si se es que el dolor es muy incomodo y que no puedo ni quiero acostumbrarme algo que para mi no es normal, algo que naturalmente te avisa que algo va mal, quiero sentirlo tan solo en una situación normal.
Añoro aquellos días de más juventud en los que a veces me dolían los codos, las muñecas y el dolor me recorría las manos y las piernas; pero al tomar una pastilla el dolor se iba en cuestión de pocas horas; cuando hacía ejercicio y mis piernas me dolían, me dolía mi vientre por las abdominales, pero sabía que aquel dolor era conocido, un viejo conocido que pasaría en cuestión de pocos días y con más ejercicio; ahora, si hago ejercicio el dolor aumenta mucho más y siento esté dolor que parece estar alojado en mi cuerpo sin ninguna razón aparente pues no hay nada en las analíticas que lo explique, lo cierto es que nunca me han hecho ninguna radiografía, parece que lo que me ocurre no es nada alarmante, sin embargo convivir cada día con esto es muy desagradable.
Quizá es verdad que terminas acostumbrándote al dolor, a aquel dolor que tienes cada día, latente, pero a veces llega de una manera más fuerte, de pronto, sin avisar, y entonces es una sensación aun más extraña y mucho más desagradable, tan solo pides a alguien, a quien quiera que pueda escuchar tu dolor, a quien quiera que pueda hacerlo cesar, que lo quite de ti, pero pueden pasar muchos días hasta que el dolor se vaya atenuando y por fin se vuelve leve como el que te acompaña siempre… Por desgracia en aquellas crisis fuertes de dolor no ha habido fármaco que hiciera que aquel dolor tan intenso, tan homigueante, tan lleno de calor y con sensación de picor se atenuara.
Aunque quiero ser la misma de antes, sin dolor, con claridad en la mente, sin vertigos constantmente; hoy con tranquilidad y sabiendo que lo que me ocurre es solo físico, tan solo quiero saber que me pasa, tan solo eso, quizá no tenga nada que afecte a mi salud, pueda llevar una vida como hasta ahora o incluso mejor sin preocuparme de donde viene ese dolor, quizá el tratamiento sea muy sencillo, por eso quiero saberlo y afortunadamente creo que pronto, muy pronto, después de tanta y tan lucha, lo sabré…
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