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Mostrando entradas de 2012

El amenazado

Jorge Luis Borges El amenazado (Jorge Luis Borges) Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño? Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz. Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas ma

Cuento: Una pasión prohibida. Cristina Peri Rossi.

Un bonito cuento de la escritora Cristina Peri Rossi, nacida en Montevideo en el año de 1941, exiliada en 1972 en España. Una pasión prohibida. Cristina Peri Rossi.     Lo mandaron a Europa porque estaba enamorado.   El padre (que no entendía de amores) pensó que las ciudades, los monumentos, los museos y los puentes lo distraerían. Pero las ciudades siempre tenían una letra, un campanario, una plaza, un ruido de agua que la evocaban, en los museos halló cada vez un torso o un perfil similar al suyo, en los puentes la encontraba y la perdía (arco de Locarno, pila de Avignon), los trenes lo desplazaban solo de una memoria de vidrios (Rímini) en que se reflejaba, a una memoria de agua (Amstel) donde volvía a verla. Viajó como en un sueño, los nombres de las ciudades eran palimpsestos: al repetirlos, al darlos la vuelta, lentamente aparecía el de la mujer que amaba; Barcelona y Brujas se perdían en la bruma, Siena era ocre como su pelo y las sirenas de Oslo (de piedra o plomo

Verano y tú.

Verano y tú.     ¿A caso los planes saldrían de acuerdo a lo previsto? Era un día de verano, un verano lluvioso, los campos estaban verdes, era de tarde; cuando caminabas por las calles cercanas a los sembradíos olía muy fresco. Habían pasado ya unos días sin llover, la tierra estaba pegada al suelo pero no era notable la humedad. Estaba sentada esperando la llegada de la tarde, tenía los ojos perdidos en el horizonte, sentada bajo un árbol que me protegía del sol, admirando aquellos sembradíos como quien admira el pasar de los años. Los años habían pasado por allí, era como si aquellos campos lo guardaran todo, yo podía contemplar las historias y volverlas a vivir, incluso aquellas que yo no había vivido, aquellas que me habían contado. Esperaba la pasada de las horas, a menudo me parecían lentas, las horas a penas se pueden percibir, no se pueden medir siquiera al contemplar una flor cuando se abre, para eso hacen falta días. Miré el reloj, tan solo faltaba media hora. Me

Ella.

Ella corre por mis venas natural, como si de eso estuviera hecha... Los días pasan azules y verdes. El corazón teñido, martillea sin cesar. Llevo en el alma un espejo, y en las sienes, por cada cosa una estrofa...