Ir al contenido principal

Mis lactancias. Lactancia materna.



Con modificaciones.





Como trata de mi lactancia y hablo de mi tandem pongo el dibujo que he hecho dedicado a mis hijos y a esa étapa maravillosa de mi vida que fue mi lactancia, nuestras lactancias y mí, nuestro tandem.





Lactancia materna.








Hace 13 años no me planteaba dar de mamar más de tres meses, era una niña con ideas muy diferentes a las ideas actuales de la mujer que soy. Nunca hubiera imaginado que sería madre a la edad de 20 años ni el tipo de crianza que llevaría con mis hijos.
En aquel entonces imaginaba a una mujer con una profesión que trabajaba duro, sin hijos y que probablemente a la edad de 28 años tendría su primer vástago, aquella mujer perseguiría el éxito profesional; pero nadie me dijo en aquel entonces que conocer el amor verdadero haría que un gran cambio, un enorme cambio se diera en mí.
Era joven y creía conocerlo todo, aunque sabía que me quedaban miles de cosas por conocer...
Con diecinueve años el milagro de la vida se gestó en mi, en mi vientre creció una pequeña semilla fruto del amor.
Los meses pasaron lentos o rápidos, no lo se, solo se que disfrute mucho y los primeros movimientos de mi hija fueron lo más hermoso que me había ocurrido hasta entonces, el embarazo era entonces lo mejor de mi vida. Hoy se, soy conciente de que cada día hay algo que supera a lo anterior, es la ley de la vida…
Ser madre fue lo mas hermoso de mi vida y llore y reí, es algo que te cambia la vida, algo indescriptible.
Cuando fui madre gracias a muchos consejos y muchas lecturas de historias, de madres, de hijos, de lactancias exitosas, gracias al Internet y al saber luchar, mi primera lactancia al lado de mi primera y hermosa hija, a pesar de ser difícil al principio, como todos los comienzos, al final fue un éxito, se extendió unos meses, uno, dos, tres y así seguimos contando meses hasta que de pronto, a los 35 meses de esa larga lactancia, una nueva vida comenzó a crecer en mi interior, le amé tanto como a mi primera hija, como a Carolina, antes de conocerle, con gran intensidad, como lo hacemos todas las madres y luchamos mucho; vivimos muchas cosas nuevas, agradables y no tan agradables, muchas cosas ocurrieron; pero seguimos.
La pequeña vida que se gestaba en mi interior luchó junto a mí para crecer sano y fuerte. Mi lactancia continuó a pesar de que mis pechos produjeran calostro y mis pezones se oscurecieron como en todos los embarazos; a pesar de todo el dolor que sentía al comenzar cada toma aquel dolor que se asemejaba al de una pequeña sierra con forma de dentadura que se proponía cortar un trozo de carne, tenía que continuar; había aguantado muchas cosas y aunque las tomas eran espaciadas, no era el momento de destetar a mi pequeña, no lo sentía así…
Pasaron los meses, tres, cuatro, seis… nueve… De este nuevo hijo supe desde el momento en que surgió como la unión de dos semillas, así lo sentí y los meses a veces parecían pasar lentos y otras veces deprisa. A las 17 semanas sabíamos que estaba sano, también que era un niño y se llamaría Jaume, Carolina a pesar de no ser muy conciente de lo que ocurría era muy feliz, estaba involucrada con el embarazo, besaba a su hermano y le acariciaba, le hablaba y sabía que aquellos pechos que le habían alimentado, le alimentarían a el también. Al principio fue difícil y no lo quería entender, aquella leche era suya, pero pronto comprendió que habría mucha más leche y que su nuevo hermanito solo comería eso, pues no sabría comer nada más.
Nació Jaume. Como todas las lactancias esta también fue una lactancia normal, los primeros días seguía habiendo calostro, todo estaba adaptado a mi nuevo y hermoso hijo. Al principio nos costo como todas las lactancias, creía que sería mucho más fácil, pero me sentía como una madre novata y Jaume lo era, a Jaume le costó aprender a mamar y también hacerlo constantemente y con fuerza, sin embargo, el que su hermana hubiera mamado hizo que mis pechos produjeran mucho calostro, por tanto, mi nuevo hijo a pesar de haber defecado varias veces pesaba prácticamente lo mismo que al nacer.
La subida de leche fue un poco más rápida que con Carolina. Al llegar a casa comenzó la lactancia en tandem.
Esta nueva lactancia era dura y mi instinto materno hacía que protegiera al más pequeño, en algunos momentos no soportaba que mi hija mayor mamara, tenía sentimientos encontrados, por una parte deseaba alimentarla igual que al pequeño Jaume, pero por otra parte no… Pasaron los días y algunas veces cuando los dos mamaban, para mi era hermoso. Es una sensación indescriptible alimentar a tus hijos al mismo tiempo, es una sensación de satisfacción como madre, te sientes más mamífero que nunca y te conectas a la tierra, a lo natural, a la naturaleza.
La lactancia en tandem fue una aunque difícil, maravillosa experiencia. Mis dos hijos se alimentaban al mismo tiempo de mí, aunque a veces se turnaban y Jaume mamaba la mayoría del tiempo, Carolina lo hacía algunas veces solamente. Mis pechos aumentaron mucho su producción de leche y recuerdo bien que hubo una vez que tuve principio de mastitis, unos grados de fiebre, calor, pecho enrojecido y dolor, Carol como una lactante experta me ayudo muchísimo.
Nunca hubiera imaginado que yo daría de mamar por tanto tiempo… nunca, pero así sucedió…
Pasaron uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve meses y creo recordar que fue entonces que nuestra lactancia en tandem llegó a su fin. Yo no era capaz de continuar con mi tandem en secreto y mi instinto de mamífero se activaba para proteger a mi vástago más pequeño. De alguna manera Carol con cuatro años y cuatro meses comprendió que ella ya era mayor y que su lactancia debía terminar, pasaron muchos días y cuando intentó volver a mamar dijo que ya no sabía y así terminó la lactancia, de alguna manera no sentí tanto dolor, sentía como una especie de liberación, fue un poco difícil, pero ya no sentía la necesidad irracional de proteger a mi cría mayor.
La lactancia con Jaume, todos los meses fueron únicos y maravillosos como con su hermana, muchos momentos me gustaba mirar a Carol cuando mamaba y acariciar su pelo, mirar sus ojos y contemplar cada trago de leche que era como un delicioso, el más delicioso de los manjares; con Jaume me sucedía lo mismo, me encantaba contemplarlo, contemplarlos. El hemangioma de Jaume dificultó un poco la lactancia conforme crecía, pero después ya no tanto...
La lactancia con Jaume fue tan única y hermosa como la lactancia con Carol y como la lactancia en tandem… Puedo decir que viví tres lactancias, las de mis dos hijos y una en tandem que separó a cada una; normalmente hay un periodo de tiempo que separa a dos lactancias en la vida de las madres, pero en mi vida hubo un periodo de tiempo que separo a mis dos lactancias, pero no fue un periodo de tiempo sin lactancia, sino un periodo de tiempo con una lactancia “múltiple”.
Con Jaume pasaron los meses y disfrute mi hermosa y última lactancia. Fue maravilloso verle crecer, ver crecer a mis hijos y saber que yo como madre, que mi cuerpo, contribuyó a que crecieran dentro de mí y después de nacidos fuera de mí. Aquello era nuestra unión…
Pensaba dar de mamar a Jaume mucho tiempo, quizás igual o más que su hermana, pero fueron pasando los meses y yo algo enferma, desesperada… Cuando acudí a la consulta de una neuróloga, me menciono la palabra destete… Nunca antes había hecho caso, ni me lo había planteado, era y soy, una mujer joven con las ideas claras y con conocimientos respecto a la vida, la maternidad y la lactancia. Entonces, cansada de los dolores y con una esperanza para que estos desaparecieran, comencé a pensar en el destete, veía los lados positivos y los lados negativos. Los negativos eran que lo añoraría mucho, que aquello era hermoso para mi y que acabaría, lloré, lloré y lloré… Sufrí mucho, pero parecía que las cosas positivas me alegraban… Entonces supe que una parte de mi deseaba el destete. Así que decidí que era el momento de destetar, comencé con un destete adaptado a mi, un destete adaptado a mi forma de ser, un destete a mi aire… No recuerdo que edad tenía Jaume, pero fue paulatino y no fue hasta dos días antes de que Jaume cumpliera dos años que se dio el destete definitivamente…
He de decir que mi instinto materno, mi instinto de mamífero aún a veces haría que amamantara a mi pequeño y el suyo pide que lo amamante y he de decir también que lo reprimimos y que nos resulta doloroso, en mis pechos aún hay leche blanca y me duele pensar que ya después del fin de esta época de mi vida, nunca más volverá a brotar para alimentar a ningún vástago más… pero así es la vida… todo tiene un fin. Pero si tengo que decir, que mi lactancia, mis lactancias, mis dos lactancias, mis tres lactancias fueron una de las mejores cosas de mi vida. Mis hijos son sin duda la mejor, mi mejor obra y lo mejor de mi vida, y después viene una lista enorme, quizá interminable… he aprendido mucho de muchas personas, de mis hijos muchísimo, he aprendido mucho gracias a mi lactancia y con mucha tristeza y con mucha alegría también digo adiós a esta hermosa etapa de mi vida.

Comentarios

  1. precioso dibujo y preciosisimo relato, muy emotivo . Me ha encantado Yaneth.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por leerlo, como verás aun tiene errores, muchos, por que es el borrador, ya ire corrigiendo, me alegro de que te haya gustado y tambien el dbujo.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. Hola, Venusdemilo o Yaneth...
    Me han gustado mucho tus escritos, sobre todo el dedicado a la lactancia, porque me ha transportado a las historias personales de mis dos hijas, amantes de la lactancia materna...
    Tengo una hija con 40 años que le ha dado de mamar a su único hijo, Hugo, hasta los cinco años, incluso ahora, a los seis, a veces necesita acercarse a mamá para recibir los mimitos de la teta...
    Mi otra hija, con 39 años le dio teta a su hija Olimpia hasta los 3 años en que nació Flavia y que por problemas de salud de mi hija no ha podido amamantar más...
    Sois mujeres de solera y desde aquí, mi cariñoso homenaje. Un abrazo. Julia

    ResponderEliminar
  4. Muchisimas gracias Julia!
    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  5. Muchas felicidades, excelente relato... me ha conmovido hasta las lágrimas! me encantó la parte en la que describes que te sentiste mamífero, conectada con la anturaleza...es así, en un mundo y una generación "artificial" estamos nosotras, conectándonos con nuestro pasado animal...Gracias, Muchas gracias

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

¿Vivir sin ética ni moral es posible?

      Hoy os invito a reflexionar sobre este tema:   La ética y la moral. ¿Es posible vivir sin ética y moral?   Leyendo podréis conocer un poco sobre mi punto de vista                 S i bien es cierto que las sociedades creadas por el hombre están regidas por la ética y la moral, sólo el hombre, de entre todos los animales que pueblan la tierra, se rige por normas morales. La moral crea las normas, es las normas en sí, la ética es una reflexión sobre la moral, ésta se cuestiona y justifica las pautas trazadas por la moral. La moral ha sido heredada de generación en generación, cada cultura tiene normas morales diferentes. En algunos países están muy mal vistas las cosas que son practicadas en otros con normalidad, creyendo unos que es correcto lo propio o lo de los otros; los países “ricos” suelen dominar en cuanto a reglas morales, o bien consiguiendo la admiración de los países “pobres” o imponiéndolas a la fuerza. En la mayoría de los

Dibujo rápido

Dibujo sobre papel guarro. Mayo 2010

Cabalgando tranquilamente...

Hoy por primera vez cabalgaba, creo recordar que el caballo era blanco, llevaba bien las riendas y a mi hijo delante e iba a buscar a mi hija al colegio, pero el camino de pronto iba cambiando, encontré una mujer con la que me puse a hablar, el caballo iba tranquilo, yo vestía “normal” y estaba feliz, me sentía libre sobre aquel hermoso caballo manso. El caballo iba poco a poco, temí un poco en la calle que había curvas, aquella primera de otras calles que nunca había visto en mi vida, era una ese y de pronto el camino fue más tranquilo, el caballo subió una ligera cuesta y siguió caminando por calles para mi desconocidas, mi hijo estaba tranquilo, de pronto apareció ante mi un paisaje desconocido, muy lejos muchos caballos pastando y algo más cerca, aunque lejos un grupo de personas, muchas conocidas y otras que no conocía, estaba mi familia y gente del pueblo en el que crecí; El paisaje se había entremezclado, aquel lugar era México, pero también era España. Ya estábamos más cerca de